jueves, 2 de julio de 2009

Una tarde conmigo

Hoy me levanté tarde, no tenía que ir a trabajar, y mañana será el ultimo día lectivo, por estas pestes, podredumbres o como quiera llamárselas.
La cuestión es que no fui a trabajar.
Me levanté, fui al baño, me preparé unos mates (y ella venía conmigo). Permanecí en estado alfa durante unos minutos (y aún la tenía sentada en el hombro). Pensé en ella, pensé en ella...

Cuando comencé a despertarme, empecé también a pasar de ese estado en enajenación al otro. Inspirar, inspirar, inspirar hasta ahogarme. Tendré que espirar, o expirar... (será inocente que entre una palabra y la otra haya sólo una letra que las vuelva de diferente significado? Serán para mi de diferente significado? Será por eso que no puedo dejar de bailar con mi inspiración).
Terca como las palabras, decido seguir inspirando, hasta el ahogo como dije.
Una vez ahogada, siento calor, me siento con fuerza de sobra. Quiero correr. Saltar. Bailar. Lo que sea. Hago lo que sea, entonces.
Es así, me cuesta esperarla. Quiero que me llame, ahora, que se apure. Imagino. Pienso. Me preocupo. Quiero que me llame. Quiero escribir para calmar mis nervios. O pintar.
Ya pinté.
Tecleo, tecleo... envuelta en este silencio de ella.
Preferiría que me ardiera la piel en lugar del corazón.
O espirar mas seguido para conseguir cierto ritmo. No, expirar no. No todavía. Espero que no, aunque...
Pero al espirar siento que la pierdo un poquito, algo de ella se va con cada exhalación, como cuando pierdo ganas...
Cuando espiro, suelto. Cedo. Vomito. Me muestro.
Cuando inspiro, retengo. Me acuno con mi sonido interno. Me abrigo con el amor que me tengo. Me maltrato por nacisista.
Me divierto.
Me conozco, pero poco. Me invento y me busco.
Me convoco, pero no me escucho y me rechazo las invitaciones.
Me tropiezo con errores de interpretación.
Y todo, otra vez, para quedarme conmigo, para no abrir la caja de Pandora. Para no convidar de mi sal.
Corro a pintar las imágenes que se me suceden dentro de mí con furia, sin perdonar mi humanidad, arrastrándome como el viento hacia la tela. Respondo con obediencia, aún a mi pesar, soy servicial con mi furia. Pinto y me equivoco. Nunca es lo que quiero pintar.
Sigo obedeciendo.
Se vuelca agua ras, me mancho la ropa. Pongo ropa a lavar... la sucia y otra.
Recuerdo que quiero una remera pintada por mi. La pinto.
Vuelvo al cuadro.
Espero que me llame.
"Me gusta tanto" pienso en el rojo, pincelada generosa... o, "amo este momento de placer-dolor" en el azul, apenas suaves pinceladas... o, "debería espirar, espirar, espirar" mientras la pincelada verde.
Y así es como si todo lo que hiciera fuera responder, obedecer, someterme...
Me veo sometida, intento cambiar la música.
Se me llena el alma.
Me detengo.
Y ella por ahí, ya llama...
Pienso en mis amigas, vienen palabras a mi cabeza... "coherencia". Vuelvo al cuadro y noto que le falta algo de amarillo. Lo vuelco.
Así me gusta.
Debería espirar.
Me preparo unos mates. Tomo 3 y se enfría el agua. Pongo agua a calentar y la paso al termo. Tomo 3 y ya no quiero más. Prendo sahumerios. Juego con Catalina. Escribo.

Hace muy poco empecé a darme cuenta que me resultaba muy necesario escribir, que siento cierta conformidad al encontrar las palabras que quiero decir. Me cuesta, porque nunca es tan así, como lo digo. Siempre queda algo ahí... en la esfera de lo no dicho, en ese hueco, vacío, agujero o como sea, esa nada, esa ausencia, que mas vale no nombrar. Que no se deja. Que a veces se me escapa y a veces puedo abrazar. Este es uno de esos momentos en donde ponerle palabras al asunto me complica. A rigor de verdad, no lo puedo nombrar. A ese vacío, no lo puedo nombrar, puedo decir "vacío", sí, es una palabra de 5 letras y sabemos de que hablo cuando lo digo, pero a qué me refiero con vacío... (suspiro resignada).
La cuestión es que me siento bien cuando puedo aludir.
Eso es para mi espirar.
Eso mantiene mi armonía.
Tendría que darme cuenta cuando la cabeza se me empieza a secar, o a hervir, aunque si hierve, no está seca... tendría que irme, abandonar esto, abandonar los cuadros, abandonarme un poco. Alejarme de mi por un rato. Soltarme.
No puedo conmigo... llamá pronto y acuname, serená este cuerpo como cuando quedo dormida en tu hombro.
Te necesito.