viernes, 15 de octubre de 2010

AZULES Y PISTACHOS

Porque como Alejandra hacía la noche mientras la escribía, yo hago a esta eternidad pequeña, y limitada de amores intermedios, un tanto azules, palabra por palabra, abrazo a abrazo y abrazo otra vez cada vez que abrazo nuevamente.
El silencio vuelve en forma de ilusión, cosa que no se puede... basta de vos y yo y nosotras, y vos también, sin yo... pero nosotras. Basta de vasos y pistachos y azules. Basta de tanto y basta tan poco para tanto. Basta tanto para la salvación. Basta tan poco para pintar, para decir, para escribir, para vos y yo y nosotras, sin nosotras... pero vos.
Basta tanto interior hastiado, fatigado, lleno de humo, y tan poco de ausente, de capa negra de caperucita roja, de pasos cortos de bichitos números quince, verdes yendo y viniendo por Avenida La Plata.
De todas formas, tanto desorden de cosas que parecen que se fuman, que se sueñan, que se fantasean, claritos que se aclaran a la luz del sol, ellas están acá conmigo, como una "r" que se empeña en salir del teclado y se hace cada vez mas grande como si pudiera, o como si yo pudiera escribir y volverme cada vez mas azul... qué ilusión.
Y a la vuelta, después de la locura, nada dicen las palabras y es como si nunca hubiese estado o como si nunca hubiese escrito, o como si nunca... sin azules ni pistachos.