sábado, 31 de julio de 2010

DESEOS ENCONTRADOS

Admirando fervientemente los pasillos de su pensamiento, volví a tomar un vericueto, para transitarlo con sus palabras pero sin ella.
Gracias Paula.


Agotado y aletargado, sintiéndose descalzo de historias, se sentó en su sillón preferido, a ver cómo la vida pasaba sin siquiera decirle “hola”. Mucho no le importó, tampoco su humor era para andar saludando a cualquiera. Porque la vida, su vida era cualquier vida. Podría haber sido la suya, o la de otro… Hoy le daba igual. Hoy sólo quería dormir en ese sillón, no tener que transitar ese largo pasillo que lo conduciría al desencuentro. No. Esta noche no.
Y se durmió. Y no soñó. O no quiso recordar su sueño. O vaya a saber uno qué cosa ocurrió con su sueño.
Lo importante es que se durmió en su sillón, y que no tuvo que transitar hacia el desencuentro.Un ruido, o un silencio extremo, lo despertó. Era extraño. Todo le era extraño. Incluso el sillón. Pareció despedirlo. Lo expulsó.
Caminó hacia la cocina. Cruzó el comedor. Miró de soslayo el pasillo. Y unas ganas tremendas de comer manzanas verdes inundaron su boca. Su saliva era saliva con gusto a manzana verde. Acida. Redonda. Grande y muy verde.
En esa casa no había manzanas verdes, nunca hubo manzanas verdes. Es más, jamás había comido manzanas verdes.
Eso de sentir deseo por lo desconocido, o por aquello vislumbrado… No era típico de él. Sus deseos siempre habían tenido un objeto directo. Hoy era el modificador directo el que lo perturbaba.
Salió de la cocina, y sin haber podido saciar su deseo de manzanas verdes, entró en el baño. Se lavó la cara, se enjuagó la boca, pensó que tal vez así el sabor de las manzanas verdes sería sólo un recuerdo y no una presencia. Sin éxito. Ese sabor desconocido a manzanas verdes nunca comidas, seguía allí.
Miró cada uno de los azulejos del baño. Nunca le habían gustado. Hoy menos. Le resultaban demasiado verde manzana. Si hasta las manchas en los azulejos, como pintitas negras, parecían pintitas negras sobre manzanas verdes.
Y de repente sintió ese olor… ese olor a manzana verde. Y sus dientes le dolieron, pero fue un dolor tan placentero. Sus encías se refrescaron. Su saliva se renovó.
Y levantó la cabeza, y miró hacia el espejo… y ahí estaba El, saboreando una manzana verde. Devorándola pacientemente.
Miró sus manos, estaban vacías de manzanas verdes. ¿Cómo podía ser?. Se mojó la cara, se estampó el agua, buscando despertarse de ese extraño sueño. Porque eso tenía que ser un sueño. En su espejo comía manzanas verdes!!
Alguien le hablaba. Su voz lo llamaba. La cosa estaba cada vez peor. No solo se veía comiendo manzanas verdes, sino que se convidaba manzanas verdes….
Cerró los ojos, y así se quedó unos instantes, pensando que al abrirlos comprobaría que todo había sido un sueño. Lástima que no se puedan cerrar los oídos, porque su voz seguía invitándolo a saborear una manzana verde…. Todo su ser le reclamaba una manzana verde.
Una manzana verde nunca comida, nunca saboreada. Una manzana verde desconocida. De esas que habitan en los árboles de manzanas verdes. Un árbol jamás trepado. Porque a él nunca le habían gustado las manzanas verdes.Volvió a la cocina, preparó café bien negro. A pesar de las gruesas paredes, podía escuchar su respiración. Esa respiración que había dado sentido a su vida. Hoy era un ruido. Esa mañana era un ruido. Y volvió al living. Miró el sillón. Y en un instante comprobó que ya nada sería igual.
Ahora deseaba manzanas verdes.
Aunque sabía que no le gustaban. Era lo que deseaba.Y pensó si existiría algún instructivo en el que se explicaran los pasos a seguir para vivir deseando lo que no se deseaba en realidad, porque ¿cómo se puede desear aquello que no nos gusta? Ni qué decir de desear algo que no conocemos…
Pero no existía instructivo para eso. Ahh, pero recordó que si existían Instructivos para Salvar la Pasión. Y por primera vez en mucho tiempo, se animó a cruzar ese pasillo que tantas veces lo había llevado al desencuentro. Y se acercó a la cama, y la miró. Siempre le había resultado bella despierta, pero dormida… era mucho más bella aún. Y se recostó a su lado, no quería despertarla, al menos por un minuto quería sentir ese sabor en su boca, a manzana verde jamás probada… y que se mezclara con el recuerdo del sabor de la boca de ella. Y esa combinación le gustó. Y sintió sus pies abrigados. Estaba empezando una nueva historia. Una historia que se había iniciado del otro lado del espejo. O eso necesitaba creer.

Paula

viernes, 23 de julio de 2010

De estrecheces y necesidades

Me tomé el atrevimiento de postear éste escrito que me parece hermoso. Ella escribe tan desde las vísceras que es imposible no sentir su soledad.
Te quiero Paula.


Debo dormir… sino, cómo habré de despertar?
Pero ese tic tac que inunda el espacio, casi de manera obscena..
Y la cama que se encapricha en achicarse, o es que está desbordada, no lo se…
Y las paredes blancas, que de blancas oscurecen todo y no es por la luz que esté apagada, no, yo se que no es por eso.
Y estirar una pierna y no hallar espacio, y estirar un brazo y sentir los límites y el vacío que no alcanza, que no cubre, que no avisa siquiera que no está.
Y el tic tac… confabula con mis oídos que parecen más abiertos y a la escucha que nunca… jode ese tic tac
Y el sabor al último pucho que me quema la lengua. Esta lengua que se calla en solidaridad…
Y ella, y yo, y el… y esta cama que desborda….!
Y ni hablar de la frazada, que no tapa, que no alcanza…
Será que no nació para frazada? Será que nació para bandera?
Y el olor a vainilla, hoy no, hoy no lo tolero… hoy me lacera los recuerdos… preferiría coco o cacao, pero no vainilla
Y mi pelo aún mojado?? Cómo puede ser?Y el frío? 27 grados, y siento frío…
Pensaba en los velos… en los telones y en los telares también…
Ay si al menos llegaran los ruidos de la calle, pero no, solo el tic tac tic tac
Pero si lo destruyo, seguro no despertaré.
Y él que insiste en el abrazo… y la cama que se sigue achicando
Si me levanto, se despertará y tendré que dormirme…
Si me quedo, se despertará y tendré que dormirme…
Y yo quiero dormirme para poder despertarme
Pero es la urgencia del espacio, de ese espacio que no está, la que me ahoga… si hasta el aire me falta…
Intento levantar la cabeza, por encima de mi cuello, de su cuello, del cuello de la cama y no… sin éxito….
No haber nacido jirafa!!
Y él que insiste en el abrazo… y la cama que se sigue achicando…
Tal vez de repetirlo se desvanezca…
Y él que insiste en el abrazo… y la cama que se sigue achicando…
Y él que insiste en el abrazo… y la cama que se sigue achicando…
Y él que insiste en el abrazo… y la cama que se sigue achicando…
Esta cama que no tiene doble fondo….
Y yo que quiero volar…….
Debo dormir… sino, cómo habré de despertar?
Paula

sábado, 17 de julio de 2010

Realidades como puntos en el universo...

Mis ojos han detenido mi tiempo al mirarla tan compulsivamente.
Puedo dibujar cada gesto, el primero, el alto, el de madrugada, o el arrugado, o el amarillo, he decidido clasificarlos por cualidades, números y colores. (Se sabe que algo o bien es rojo o bien es 3, pero difícilmente sea rojo y 3 a la vez).
Bueno, todos son de una ternura infinita, por lo general a lo largo del día vira del azul al verde, se va aclarando, por las tardes descansa en la palma de mi mano derecha, y ahí se pone un poco de gesto amarillo. Un color de estado agónico.
Llevo gran parte de mi vida estudiándola, y algo conozco... conserva una medida pequeña para soportarse a sí misma, decir centímetros sería una imprudencia, no puedo irrespetuosamente faltar al orden que yo misma le he dado. Es pequeña como un número decimal incompleto...
Es como una media médula en medio del pavimento, y quiero decir que no es casi nada.
Es un punto en medio del universo, pero con millones de rectas que la atraviesan.

Cuán pequeña es la mirada de la pequeña existencia?

(Yo sin embargo acaricio lo diminuto y beso su dedo inquisidor...)

Si no abarca más que un costado exiguo de realidad de las cosas, esa porción pequeña de realidad que da igual que no lo sea. Ojos ínfimos sobre una realidad parcial. Por qué realidad me dejo acosar?

(En tanto se asoma en mi vida, es toda mi realidad. En tanto me mire, me mira para siempre. En tanto yo diga que me mira, me mira para siempre. En tanto evoque ojos hidrópicos de Oliverio, me dejo poseer por ellos.
Como el mar que se agita ni bien alguien se para delante, que se hace oír ni bien alguien se dispone a hacerlo.
Como yo que escribo mientras digo que estoy escribiendo, y sólo por eso lo sigo haciendo, y así como Alejandra, la noche se va tejiendo.
Así de pequeña es su existencia).

Es que tal vez eso que nombro realidad no sea más que un sueño, las alucinaciones de las cosas que he amado, las palabras que me dijiste y te olvidaste, y apenas se trate de una cuestión de significantes. Sin embargo es posible que ahora mismo todos los vasos volcados vuelvan a su posición junto con el líquido derramado y todo quede exactamente donde el principio de las cosas. La sospecha de esta corrección lineal del tiempo y el destino es la que me acosa. Sus voces, sus noches, las ausencias de personas que no han sido. Presumir otras realidades me transtorna. Hilos invisibles como ejes de realidades imperceptibles, hacia abajo o a mi costado, otro tiempo hacia arriba, o un espacio más lento.
Soy como una media médula en medio del pavimento.

(Todas las materialidades se presagian a partir de la certeza de cada pequeña existencia que me nombra con los ojos y entonces soy suya y en fin... soy).

jueves, 15 de julio de 2010

BANDERA DE SEIS COLORES


Ayer cerca de las 6 de la tarde me tomé el 23 hasta el Congreso. En el trayecto del viaje quedé encantada con la luna, meda luna, luna turca. Una media luna fina blanca con una estrella en un extremo. Se veían también las ramas flacas y marrones de los árboles sobre esa imagen permanente, que me acompañó ahí arriba en el costado izquierdo del cielo. Hermosa.
Me perdí en el paisaje celestial porque confieso que estaba nerviosa, indignada por lo que había pasado al mediodía con ciertos grupos religiosos. Avergonzada de tanta ignorancia. Y por supuesto bastante pesimista respecto a la aprobación de la ley de matrimonio igualitario.
Al llegar me encontré con amigas, con mi amor, tomamos algo y esperamos con ansiedad la llegada de quienes faltaban.
Después nos fuimos al encuentro de chicos, chicas, señores, señoras, parejas hétero y homosexuales, abuelos y abuelas. Banderas de 6 colores. Carteles de amor y de reclamo.
A la espera del resultado, fuimos a tomar café, café con leche, cenamos pizza, charlamos, nos reímos.
Se acercaba el final, estábamos con muchas esperanzas que crecían a medida que pasaba el tiempo, que nos encontrábamos con hombres y mujeres esperanzados, me aliviaba pensar que estábamos de festejo más allá del resultado, pensar que toda la sociedad nos estaba mirando por primera vez. Pensar que se nos estaba tratando como se tratan cuestiones de la mayoría.
Por sobre todo, me aliviaba pensar que los que estaban en contra no tenían argumentos interesantes, sólidos. No quedaba nada si se sacaba de escena las arenas religiosas, y en relación a las arenas religiosas, sólo había conceptos fundamentalistas. Es decir, nada.
Nada en esta época de nuestra sociedad, con este gobierno, con la gente que la estaba apoyando, sin este marco, esa nada hubiese sido muy peligrosa. Pero no.
Durante 9 horas intenté no pensar demasiado en la posibilidad de tener los mismos derechos que los héterosexuales, no pensar en lo bueno y saludable que sería para todos los que estábamos ahí, muchos ya en pareja, muchos ya habrían adoptado, amigas unidas civilmente, parejas sólidas con ganas de formar una familia. Intenté no pensar mucho en eso porque además de emocionarme y entristecerme por las diferencias naturalizadas, temía ilusionarme de más.
Anoche hubo amor en el aire. Hombres y mujeres abrazados porque el frío no fue un dato menor.
Estábamos todos juntos con la misma esperanza y la misma intención. Reclamar derechos, ni de más ni de menos. Esperar que se nos vea como seres humanos sanos, de trabajo, con compromiso, con amor para dar, con capacidad de cuidar niños, inteligentes, respetuosos.
A las 4 de la mañana, momento en que se dio el resultado, nos encontrábamos abrazadas.
33 a favor, 27 en contra y 3 abstenciones.
Saltamos y lloramos angustias viejas.
Lloré mis silencios.
Lloré tiempos de escondidas.
Lloré por los insultos.
Y recordé un grupo naranja que nos rezaba al mediodía como escupidas. Rezaban rezos de sanación. Rezaban palabras de odio.
Y nosotros teníamos todo lo contrario como motivo de lucha.
Porque en personas sanas el motivo de inspiración para las cosas es el amor.
Pinto por amor.
Escribo por amor.
Elijo por amor.
En el fondo de las cosas aparece el amor... no podría tener las amigas que tengo si así no fuera.
Aunque me haya llevado tiempo encontrarlas, porque esas cosas importantes, como el amor, también se hacen esperar.
Y ahí estoy... invadida de amor.

jueves, 8 de julio de 2010

Desmayada de sueño y cansancio
En tus brazos me pienso.
me inunda la noche
las palabras filosas
y todo lo que ya la historia ha dicho.
Muchas son las horas de soledad y frío
Mi vida es como un no ser.
como la muerte en el océano,
Porque la fatiga a solas no es fatiga
y el miedo a solas no lo es.
el árbol que cae en medio del bosque
sin que nadie pueda pronunciarlo
no es árbol que cae,
es mera invención humana y discursiva.
las noches y el frio
hechos palabras se vuelven mi otredad.
invento a medida que los pienso
Como mi cuerpo rendido
en tus brazos.
Tal como me pienso.
Sigo inventando noches cuando
una luz irrespetuosa intenta asomar por la ventana
después de haberme emborrachado de cafe
de tangos...
entonces corro a oscurecer
nuevamente cada grieta de
mi vida.
la noche.
Mi noche.
Y sigo sola.
Y así respiro despacio y corto,
para no depertar demasiado.
miro bien mi cuerpo alejado
del espacio que ocupo.
sin moverme mucho.
Creo que sigo acá.
Aunque de poco sirve
Nada late afuera
un poco de espeso silencio
y las puntas de mis pies.

NI PALABRAS, NI ESPECIAS, NI PINTURA

Porque una vez mi profesor de teatro me advirtió... para una buena comida, pocas especias.
Vuelvo a sus palabras cada vez que empiezo a darme cuenta que he condimentado de más, que el tomillo es buenísimo pero no con romero u orégano a la vez.
Las cosas no siempre son tan simples al estilo... está salado, menos sal... está dulce, menos azúcar. Para esos casos en que las cosas se me han abarrocado demasiado, entro al blog a comenzar a separar especias.
No lo consigo.
Gota tras gota cae el acrílico petróleo que elegí.