lunes, 25 de abril de 2011

EL REGALO


Vos sabés que es poco lo que tengo para regalarte. No, poco no, pequeño... es un modesto regalo que pensé para vos.


Es tan chiquito que necesité varios papeles para envolverlo, tal vez lo dejé chiquito de tanto envolverlo. No te asustes por el exceso de papeles, a lo mejor tengas que quitarlos y abandonarlos a suerte en el dormitorio, mudarte de cuarto y continuar por el living. Pero seguramente el living sea aún más pequeño que el regalito y rápidamente se inunde. Entonces, te advierto, tendrás que virar hacia la cocina y por suerte que se comunica con el jardín, y el jardín con el pasillo de calle. Por si acaso sea necesario sepultar la casa de papeles y huir con el regalito.


Qué manera de juntar papeles durante años... no te voy a decir que pude convivir felizmente con ellos, no, no es fácil, pero al menos me familiaricé y pude organizarme. Encontrarles un lugar adecuado, ubicarlos a salvo de cualquier tragedia, como que los gatos los miren con cariño, o como que las visitas me den consejos sobre higiene, órden y conveniencias de viejas con seguro de vida. De manera que decidí alquilar un local de esos bien grandes, sin puertas, con persianas de metal, pesadas. En realidad, el local que alquilé se parece bastante a una playa de estacionamiento.


Como te dije no es que haya quedado conforme con el obsequio, pero consideré oportuno animarme, tomar le riesgo de regalártelo así. Así tan de veras pequeño. Tan azul pequeño...


Mirá, tal vez... el volúmen que ocupen esos papeles, nos irá alejando, vos cada vez más en un extremo, yo cada vez más en otro (quién te dice un día te das vuelta y me tenés respirándote en la nuca aunque para eso el mundo debería estar cubierto de papeles y en ese caso, ya no nos importaría...). Dije "tal vez".


Tomá. Es toda tuya y para siempre.


Mías únicamente las palabras, ésta noche y la tortura del eterno retorno.