domingo, 1 de mayo de 2011

LOS SOÑADORES

Sus existencias redondas, amarillas, se les parecen tanto al mundo redondo, amarillo.

Cuando se alargan sus vidas en los trasladajes cotidianos se mueren un poco para sí, sin embargo es tan fácil reconocerlos, encontrarlos tomando un cortado con lágrimas propias en alguna confitería antigua, pero pulcra y bien atendida, con baños a los que se accede por una escalera viejita y desprolija, medio arruinada pero pulcra. Con plantas y flores de plástico para evitar que algo más se les muera. Ahí se sienten cómodos, con sus cortados o lágrimas. Con el espíritu cortado pero los ojos secos, esas incoherencias...

Miran con las piernas estiradas un partido de Banfield, sufren poco, de manera amarilla, es decir, mientras observan el recorrido de la pelota en el aire, recuerdan con nostalgia las épocas en que se revolcaban en los médanos de arena de alguna playa desierta, de esas a las que aún no les han puesto nombre de pescado o de embarcación.

El resto es como siempre, hay dos opciones. O bien la pelota entra en el arco y todos gritan médano abajo, o bien seguirán suspirando por aquel lugar del que todavía no han vuelto.