miércoles, 30 de diciembre de 2009

Un libro a mano y un cuadro que terminar...

No me abastecen mis dogmas, ya no justifican mis actos los signos que había hecho propio. Hice silencio de tribu para conseguir volver a mis aguas sin gran mérito. No hay lugar al olvido. No hay forma de escapar de lo que ya sé, de lo aprendido, de lo viejo. Ya nada de eso sirve. Y no hay forma ni sentido. ¿Por dónde buscar si la búsqueda es antigua? Si ese concepto ya no es el de mi búsqueda, sino el de la vieja búsqueda que ya no es mía. Me confundo en la danza circular de mis tiempos, de los tiempos del mundo.
Mis palabras son como las notas de un piano, sueltas en medio del silencio. No pasa nada. No queda nada. Sólo aire. Y algún libro en el suelo. Nunca sé de qué me sostengo, o cómo sobrevivo con una mano apretando la garganta y la otra forcejeando para que me suelte. O algún cuadro incompleto. Hay un punto muerto de dos fuerzas que se oponen. Está la nada ahí, su absurda presencia. Está en el silencio de la sumisión, en la oscuridad del mutismo.
Tan absurda como esta planta sin raíces que soy.
Esta planta que descansa ignorante y despreocupada.
Y espera que el sol seque hasta la muerte sus últimos verdores.

sábado, 26 de diciembre de 2009

JAKE MATE

En principio, no me quería casar.
No quería tener hijos.
No quería dormir con gatos a mi alrededor.
No quería discusiones en las fiestas, o en tu casa o en la mía?
No quería compartir la cama.
No quería cambiar de marca de cigarrillos.
No quería viajar dos horas para ver a nadie.
Sólo quería dedicarme a pintar, y a cuidar mi libertad con uñas y dientes.
Hoy puedo decir que ésto sólo se sostiene si nunca se cruza la persona indicada.
Claro que para darse cuenta, es necesario que esa persona haga blanco en el centro del pecho...
Hoy quiero todo.

lunes, 21 de diciembre de 2009

DESEO

Soy inconstante, insegura, dependiente, inmadura.
Sin embargo...
Hay una cosa que deseo para toda la vida:
Regar con las gotas de mi amor, las raíces de tus pies.

martes, 15 de diciembre de 2009

lunes, 30 de noviembre de 2009

miércoles, 25 de noviembre de 2009

De vientos que dan forma a la existencia

Cuando era pequeña y apoyaba la cabeza en la almohada para dormirme, sentía que me iba achicando cada vez mas. Hasta que de pronto, abría los ojos rápidamente como quien se quiere anticipar al destino y veía muy cerca de mi cuerpo, casi rozándome, una aguja.
Todas las noches lo mismo. Incluso llegué a pensar que cuando cerraba los ojos, se movía, ganaba territorio en mi cama. La propia imagen también se modificaba, comenzaba a moverme como en cámara lenta, sin proponérmelo, claro. Tenía conciencia de lo que pensaba, pero no de lo que hacía. Entonces mi mano se acercaba a la aguja. A lo largo del tiempo había entendido algo... si se me ocurría agilizar los movimientos, la escena terminaba. Situación que evitaba.
Recuerdo claramente lo que sentía en la panza ante semejante imagen. Una aguja gigante me apuntaba. Me condenaba. Me hechizaba. Me asustaba. Pero yo quería que se quede.
Esa sensación, hoy es la angustia que me acompaña.
Por supuesto, podría evocar al tan mentado "beneficio secundario del síntoma", asumiendo que en cualquier caso, esta angustia trae algo de irrealidad o de fantasma, algo de eternidad, de quietud. Uno se queda como el axolotl en la pecera, mirando atrás de un vidrio en donde todo es ajeno y uno ya no es uno, sino lo que los demás ven de uno.
Lo cierto es que en cuanto comienzo a descubrir mi angustia, caigo en el antiguo vicio de buscar respuestas. Y qué es la angustia sino la falta de ellas.

No me quiero ir a dormir y mañana me levanto demasiado temprano pero se muy bien que ahora nada importa más que escribir sobre ella hasta extirparla.
Entonces, digo que pensé en vomitar palabras y asocié la imagen a un parto y me pregunto que tienen en común éste y aquel si es que uno da vida mientras el otro desecha lo que el cuerpo rechaza.
O es que el parir es una forma de rechazo y de sacarse algo de encima?
O es que sólo se desecha lo que no es propio bajo el nombre de parto?
Entonces, escribo sobre mi abandono. Y mi papá dándome la espalda. Y mi papá que no me mira. Y no hay caso. No mira. Y mamá naturalizando el secreto, lo no dicho.
Y escribo además por la inmensa quietud de esta noche en este espacio reducido y en la oscuridad que encandila desde la ventana y esa nada que se hace espacio en mi cabeza, en el pecho, en las manos hinchadas, en estos ojos como piedras, en los cuadros.
Escribo por lo que extraño, por lo inevitable, por lo que acontece y por mi pierna, por este cuerpo que duele, por el peso de los días.
Escribo por las banderas para ciegos, por corromper las técnicas de escritura, por sublevarme y gritar a los cuatro vientos.
Escribo para imaginarme la muerte a pierna suelta.
Escribo para lastimarme, para humillarme, para sentirme menos que la aguja.
Escribo para convencerme y por necesidad.
Escribo para prescindir de todo, para dejar todo atrás y no volver la mirada.
Escribo para no salir a cielo abierto a caminar un par de cuadras aunque duela.
Escribo para no lastimarme los nudillos.
Escribo para distraerme.
Sólo me queda cerrar los ojos y empezar a pensarme como un médano frente al mar, dejar que el viento me modele, y amanecer otro día, con otra naturaleza. Sin dolor, ni rechazo ni abandono ni agujas ni peceras con axolotles.

Porque después de todo... siempre hay alguna manera de controlar el caos.

martes, 24 de noviembre de 2009

sábado, 21 de noviembre de 2009

Qué es la vida sino el encuentro constante con uno mismo...

BOTELLAS AL MAR XI

Te escribo querido amigo y confidente sabiendo que ya no recibirás esta carta.
Cuando se me ocurrió arrojar una botella al mar con el primer mensaje, imaginé que sería un adulto quién la encontraría, necesitaba comunicarme con alguien. Unas palabras apenas, sentir la ficticia compañía.
Te encontré a vos y fue como encontrarme, me hablaste de cosas que había olvidado.
Había olvidado que algunas casas tenían olor. Los juegos. Los amigos. Bueno, todo lo que ya te dije... cosas que yo también tuve.
Me motivaste.
Me recordaste a mí mismo.
Te me sentaste delante como mi pasado.
Yo no siento que algo haya cambiado, sin embargo creo que un velo se corrió. Que puedo ver y sentir cosas que dormían en mi.
Y ahora que están despiertas, no quiero que se adormezcan nuevamente, de manera que no voy a pensar que ya no estás más ahí, y seguiré escribiéndote hasta el olvido.
Ah!! Admiro tu inteligencia para jugar a las damas.
P.D.: gané... ya lo creo.

BOTELLAS AL MAR X

RESPUESTA 5

Finalmente llegó el día, a la noche salimos hacia la ciudad, por fin veré a mi perro. Pero me da lástima dejar de escribirnos.
Necesitamos mucho tiempo más para poder terminar la partida, pero quiero confesarte que nunca aprendí bien el juego... solo repito tus jugadas hacia la dirección contraria. Jeje! Hice trampa.
Son lindos los barriletes con mensajes, sirven para decir cosas a la distancia, como el que me compré... "te quiero".
Al pensar que es la última carta no quiero olvidarme de decirte que me parece que fuiste el amigo que más llegó a conocerme. No sé bien por qué...
Me hubiese gustado conocerte en persona, pegarte un abrazo. O pasarme unos días con vos, ahí donde estés.
La rojura ya se me está pasando, viste que cuando uno se vuelve de las vacaciones, tiene ese aire de cosas que se están pasando. Yo te dejo junto con ese aire.
Tampoco sé por qué me siento diferente después de conocerte, como si algo en mi hubiese crecido de golpe. Por primera vez no respondo ni por obligación, ni por juego. Sólo porque necesito hacerlo.
También por primera vez se me llenan los ojos de lágrimas al pensar en una despedida. Es extraño. No soy el mismo que llegó con la felicidad de dejar atrás la escuela y de levantarme tarde y no tener tarea. Últimamente pienso si podría llevar la vida que estás llevando, si sería capáz y tampoco sé por qué lo pienso.
Tengo muchas preguntas.
Me voy sin despedirme. Siento que estás conmigo como el aire.
Te abrazo.
P.D.: ganaste por abandono.

BOTELLAS AL MAR IX

CARTA 5

Me encantaría que te quedes ahí hasta que, al menos, terminemos la partida.
Ni siquiera hemos llegado a comernos fichas.
Sí!! Pude ver el barrilete... ahora sé que estás ahí. Yo también ya te quiero.
P.D.: tercera ficha, igual a la anterior.

BOTELLAS AL MAR VIII

RESPUESTA 4

Hola! Quería decirte que estoy un poco triste porque ya falta poco para que estas vacaciones se terminen y no sé si podremos seguir escribiéndonos.
Fueron las vacaciones más lindas!!
Viste el barrilete?
P.D.: tercera ficha a la izquierda.

viernes, 20 de noviembre de 2009

BOTELLAS AL MAR VII

CARTA 4

Tenés razón, no hay por qué estar triste. Sobre todo, porque desde que nos escribimos me recordás mi infancia, mi familia, los animales, la escuela, los olores. Son lindos esos recuerdos.
Hoy me desperté con ganas acomodar y poner orden a esta choza que me hice, limpié todo lo que pude y la renové.
Después, me fui a nadar y ahora aprovecho de la noche, de las estrellas, imaginando que tal vez, vos estés pescando de nuevo, con tu papá, con tu amigo.
Seguí intentando lo del barrilete, mañana estaré como siempre esperándolo.
Un apretón de manos.
P.D.: segunda ficha, paralela a la jugada anterior.

BOTELLAS AL MAR VI

RESPUESTA 3

Hola Amigo, ahora que lo pienso, tampoco yo sé tu nombre.
Perdoname, a veces no entiendo lo que me decís, o las palabras que usas. Acá, en la playa no hay diccionario y tampoco me dan muchas ganas de buscar las que no entiendo, me recuerda a las tareas de la escuela... no me gusta.
Ayer conocí un chico, un año mayor que yo. Jugamos en la playa por la tarde y a la noche nos fuimos a pescar, los dos con mi papá. Estuvo buenísimo. Fue la primera vez que pesqué.
Ah!! A la mañana remonté un barrilete con la esperanza de que lo vieras, pero parece que no, qué lástima!
A veces cuando leo tus cartas, me parece como si estuvieras triste, no estés mal amigo. Puedo llamarte amigo invisible!! No estés mal amigo invisible.
Que suerte no tener que ir a la escuela.
Antes de dormir, mi mamá me da un beso y me dice buenas noches y me gusta dormir de costado. Extraño un poco a mi perro.
Sabés? Estoy rojo como un tomate, es que me agarró el sol temprano y dije haberme puesto bronceador, lo que pasa es que no me gusta nada ese olor a torta de almendras que hace mi mamá. Ese es el olor de mi bronceador. Pero sí me gusta el olor que hay en la casa de mi abuela, no es a comida... no sé bien olor a qué es, se parece al de las fotos blanco y negro, a veces pienso que es el olor de la casa, o de las paredes. Las casas tan altas tienen más espacio para el olor. Y me gustaría ser arquitecto y construir muchas casas altas.
Ahora tengo que armar un plano por unos tesoros que oculté en la arena.
Así que voy terminando la carta.
Te mando un abrazo, no muy fuerte por esto de mi rojura.
P.D.: segunda ficha, paralela a la primera.

jueves, 19 de noviembre de 2009

BOTELLAS AL MAR V

CARTA 3

Bueno, te cuento querido amigo que los días son difíciles por aquí. Pude construir lo necesario para subsistir, sin embargo las satisfacciones aún escasean. Duermo poco. Y solo. Cuando comienza a caer la noche es como si estuviera en una cama de hospital. Inmóvil. Entregado a las desventuras venideras. Asustado. Preocupado. Es decir solo. Es por eso, que se me había ocurrido soltar botellas al mar con cartas para Alguien. Sin saber si Alguien las encontraría alguna vez, o si tendría ganas de responderlas.
Tus respuestas son mi única compañía.
Ahora los días son mas largos y es lindo, hace calor y parece que con el frío, se fueran también algunas angustias. O serán las cartas.
En invierno me dedico a hacer una pequeña fogata diaria, me lleva un buen tiempo pero es necesario.
Aún no he visto barriletes, pero los espero.
Por las noches, cuando me cuesta dormir, intento imaginar tu color de pelo, tu sonrisa, tu altura... Tu nombre. No es para que me respondas todos esto, Amigo. Así está bien. Seguro te imagino tal como sos. Cuando doy vueltas sobre el sitio en el que duermo, pienso cómo estarás. Si dormirás de costado o boca arriba. O boca abajo. Quién te despierta o quien te abraza antes de dormir.
La mayor parte del tiempo pienso en vos.
Últimamente me siento todas las mañanas en la orilla a esperar algo en el cielo. Paso horas detenido. Paso horas pensando en qué escribirte y contarte. Y ya no sé si estás, si sos. O si solo sos para mi.
Te mando un gran abrazo Amigo.
P.D.: primera ficha de la derecha, hacia afuera.

domingo, 8 de noviembre de 2009

BOTELLAS AL MAR IV

RESPUESTA 2

"Se me ocurrió algo que está re bueno!! podremos jugar a las damas? mi abuelo se aprovecha de mi condición de principiante. Vos no, no?
Hoy mi papá se olvidó de comprarme un barrilete y no entiende por qué lo necesito con urgencia, y yo no quiero generar sospechas, así que esperame.
No te asustes, vos sos mi amigo ahora, porque los amigos juegan y nosotros vamos a jugar a las damas, sabes? trato de estar solo para poder escribirte y es difícil porque mi mamá me busca todo el tiempo, quiere que juegue con unos chicos vecinos, yo no tengo ganas. Se lo pasan mostrándome sus juguetes y no juegan a nada, son aburridos.
Contame cómo te las arreglás para comer, para bañarte... Te hiciste un baño?
Bueno, te espero, amigo.

P.D.: primera fila, primera ficha blanca de la izquierda, hacia afuera."

BOTELLAS AL MAR III

CARTA 2

"Realmente estoy feliz, pero tu respuesta me sorprende, no esperaba que fuera un niño quien la encontrara...
Me imagino lo lindo que lo estás pasando, puedo ver las imágenes a medida que leo tu carta. Hace mucho que no acaricio un perro.
Es extraño porque lo mismo que me pone feliz, me preocupa. Siento algo de susto... qué será de mi después de nuestro contacto... quisiera que me escribas siempre.

P.D.: Aprendí de niño a jugar a las damas, pero me olvidé. Ahora que me contás, me dieron ganas de fabricarme un tablero y fichitas"

BOTELLAS AL MAR II

RESPUESTA A CARTA NÚMERO 1

"Quería contarte que éstas cartas van a ser un secreto entre nosotros, no se lo puedo contar a nadie, mamá se molestó bastante cuando en la playa encontré la botella y saqué la carta. Me prohibió escribirte. No la entiendo, pero si se entera me va a retar.
Estoy de vacaciones y acá el lugar es hermoso, hace calor y estoy con los abuelos. El abuelo me enseñó ayer a jugar a las damas, vos sabés?. Tengo un cachorrito que me vuelve loco, hoy me despertó con todo su cuerpito encima, es re gracioso.
Me encanta esta casa, sabés? no quiero volver a la ciudad, ni a la escuela.Vos donde estas? me gustaría conocer tu país, parece divertido arreglárselas para armarse una casa, yo se hacer casas. Me fui de campamento hace poco y es re lindo. Me doy maña.
Ojalá te llegue esta carta... no sabía que las botellas sabían llevar mensajes. Está buenísimo!!
Estaremos lejos? si remonto un barrilete lo ves?, ya sé! mañana a la mañana lo hago y vos me escribís contándome si lo viste.
Hasta la próxima!!"

BOTELLAS AL MAR

CARTA NÚMERO 1

"Ante la soledad de estas tierras, la aventura cotidiana de la vida se resume a la supervivencia. He conseguido la manera de obtener el alimento de cada día, he sabido cuidarme de la fauna del lugar, tengo poco tiempo de recreación, casi ninguno. He aprendido a resguardarme de las tormentas y las tempestades del lugar. Me he convertido en mi propio constructor, médico, jardinero, empleado y empleador. He cultivado la fe ante el desgano y la desesperación. He sabido acallar los miedos. Me he domesticado solitariamente.
Sin embargo...
No converso con nadie. Sólo escribo para no volverme loco, pero tampoco alcanza. Necesito de tu presencia, en cualquier parte. Necesito saber que alguien que lee ésto. Tal vez, a partir de entonces... tendré un motivo para vivir.
Me siento en esta gran orilla a observar la llegada, espero todos los días, de la misma manera en que espero la salida del sol... tu respuesta."



sábado, 31 de octubre de 2009

Melancolía, siempre me arrebata tu placer...

Será que es sábado y me levanté a las 9 de la mañana.
Será que extraño mi trabajo.
Será que amo mi profesión.
Será que estoy enamorada.
Será que celebro la felicidad de mis amigas.
Será que me alivia pensar en mi familia en su casita un sábado lluvioso.
Será que las gatas descansan plácidamente en un colchón tibio.
Será que tengo el mate recién preparado.
Serán las inyecciones y las dos infiltraciones.
Será que todavía nada me ha roto lo suficiente.
Será la saciedad del hambre.
Será el te de higos.
Será que siento la lluvia en el techo.
O será que soy feliz...

miércoles, 28 de octubre de 2009

Por ser mariposa o manzana


Variadas veces sufrí la incertidumbre del devenir del cuerpo, sentir que está totalmente inmóvil y que será incapáz de recobrar movimiento, tal vez suceda por ignorancia, por falta de previo aviso o pura coquetería. Mejor dice Pablo sobre lo que no es como se cree, sobre lo que parece otra cosa u otro color u otras manchas de otras cosas o existencias fuera de tiempo y lugar.


El pie del niño aún no sabe que es pie,
y quiere ser mariposa o manzana.

Pero luego los vidrios y las piedras,
las calles, las escaleras,
y los caminos de la tierra dura
van enseñando al pie que no puede volar,
que no puede ser fruto redondo en una rama.
El pie del niño entonces
fue derrotado, cayó
en la batalla,
fue prisionero,
condenado a vivir en un zapato.

Poco a poco sin luz
fue conociendo el mundo a su manera,
sin conocer el otro pie, encerrado,
explorando la vida como un ciego.

Aquellas suaves uñas
de cuarzo, de racimo,
se endurecieron, se mudaron
en opaca substancia, en cuerno duro,
y los pequeños pétalos del niño
se aplastaron, se desequilibraron,
tomaron formas de reptil sin ojos,
cabezas triangulares de gusano.
Y luego encallecieron,
se cubrieron
con mínimos volcanes de la muerte,
inaceptables endurecimientos.

Pero este ciego anduvo
sin tregua, sin parar
hora tras hora,
el pie y el otro pie,
ahora de hombre
o de mujer,
arriba,
abajo,
por los campos, las minas,
los almacenes y los ministerios,
atrás,
afuera, adentro,
adelante,
este pie trabajó con su zapato,
apenas tuvo tiempo
de estar desnudo en el amor o el sueño,
caminó, caminaron
hasta que el hombre entero se detuvo.

Y entonces a la tierra
bajó y no supo nada,
porque allí todo y todo estaba oscuro,
no supo que había dejado de ser pie,
si lo enterraban para que volara
o para que pudiera
ser manzana.
P.N.

lunes, 26 de octubre de 2009

Apagar la tele...

Para quienes saben de mis desventuras corporales, les cuento, que estoy pasando por un tiempo de reposo... de quietud, y de vez en cuando me he sentido atraída por la tele. Sobre todo, por los comerciales. Y estoy algo indignada acerca de las publicidades de corte "feministas" que sólo consiguen hacernos sentir unas boludas, incomprendidas e incapaces de llevar adelante una vida con los mismos problemas del resto de los mortales, porque no somos diferentes.
Qué es eso de "hacé lo que tengas ganas en esos días"? A qué se refiere la publicidad con "hacé lo que tengas ganas" o "en esos días"?. Como si esos días refirieran a días de batalla, de lucha contra el mundo, de sentirnos las peores y las mejores. No logro comprenderlas, no parecen hechas por mujeres. No sé que diríamos entonces... que duelen los ovarios, que los ánimos son complicados, pero que a pesar de todo, tenemos que seguir con lo que se nos presenta. No comparto la idea maquiavélica de "hacé lo que tengas ganas", mitad porque nos volveríamos asesinas, despechadas, obesas, egoístas, y mitad porque perderíamos esa condición necesaria para vivir en convivencia con los demás, esa cuestión del orden social.
Detesto los mensajes pesudofeministas en que sólo parece posible hablar del período menstrual en lugar de acercar al espectador a las posibilidades de las mujeres y a las que nos son negadas culturalmente.
No se puede subestimar los malestares femeninos al dolor de ovarios.
Qué se hace con el aburrimiento de las mujeres que no se sienten identificadas con tantas frivolidades?

domingo, 25 de octubre de 2009

Hay ardores y ardores...

"Amor que se alimenta de celos y ensaladas, amor con faltas de puntualidad y mala ortografía, amor a la vainilla, amor chorreado de merengue.
Amor desinfectado, impostergable, sin impuestos, amor desnudo, amor y simplemente amor..."
L.F.

Teniendo en cuenta que las palabras no definen el mundo sino que lo construyen, pienso en qué poco he hablado hasta el día de hoy acerca de lo que siento sencillamente en el pecho, todo lo que amo y quisiera conservar por siempre, todo aquello que me ha dañado y ardido la carne como los arañazos. Ese mundo que se me ha construído, que yo me he construído, con amores en el pecho y ardores en todos lados.

Ojalá algún día pueda decir real y simplemente lo que siento.

Mirarnos a los ojos es el amor que intercambiamos.
Tocarnos es reconocernos finitas, nuestros límites orgánicos se nos imponen irrespetuosamente, sin poder hacer nada con eso. Por supuesto, si sólo apelo a decir sobre nuestro cuerpo físico.
El espiritual dice otra cosa, nos dice Una, aunque tampoco de ese modo consigamos ser completas... seguimos pobres, insuficientes, imperfectas. Pero Una.
Todo nuestro amor, en cambio, sí consiguió calmar nuestros ardores.
Todos nuestros ardores.

jueves, 22 de octubre de 2009

jueves, 15 de octubre de 2009

Tarea cotidiana

No descubro vacunas.
No juzgo a nadie.
No creo religiones.
No salvo vidas.
No traigo vidas.
Sin embargo...
Bajo hasta ellos, para mirarlos a los ojos.
Extiendo mi mano derecha para darles la mía, como una buena costumbre.
Los alimento.
Me río.
Me conmuevo.
Me enojo y nos enojamos...
Intento que sobrevuelen las buenas intenciones.
Los observo con discreción.
Les ofrezco el descanso del límite.
Conversamos sobre arte y filosofía.
Hablamos sobre el dolor del otro.
Vivimos el dolor del otro.
Consolamos el dolor del otro.
A veces evitamos el dolor del otro.
Siempre nos disculpamos.
Siempre vemos las consecuencias.
Discutimos.
Trabajan la voluntad.
La fuerza interior.
El coraje de arrepentirse.
Se defienden.
Se quejan a gritos.
Aprenden a contemplar la belleza de los árboles.
La belleza de las piedras.
Cuidan lo que les cuesta. Lo que aman.
Atesoran recuerdos.
Buscan figuras en las nubes.
Aprenden a vivir confiados pero atentos. Fuertes pero sensibles.
Autónomos. Respetuosos. Responsables.

Salvo vidas a mi manera...

miércoles, 14 de octubre de 2009

A veces cae un rayo en medio del día y los ánimos viran para bien...

De repente entró un débil rayito de luz por la ventana, y yo con el mate sobre la mesa... Entonces el día fue menos gris, menos denso. Más verde, más íntimo, más de recuerdo. Más completo y sobrevivible... Y mucho más lindo.

sábado, 10 de octubre de 2009

LA NADA

Hay una mano detrás de un cuadro que empuja por salir sofocada de encierro. Sostenida por el hilo de oro que corrompe la gravedad.
Una mano que quiere abrir su boca y mostrar sus dientes de tortuga gigante. Abrir su boca, romper la tela del cuadro y consumirlo.
Y engullirse a sí misma, tragarse hasta su última célula y diente de tortuga. Atracarse, saciarse de sí.
Una mano que empuja por parir delirios y desastres arcaicos de ancestros que desconocemos, desconoceremos por siempre, y arrastramos como residuos corporales muertos.
Una mano de siete dedos divinos que intentan destrozar la materia que venera.
Quitar capa por capa hasta el dolor último, hasta el último diente. Y poseída de sí, exorcisarse.
Devorarse el propio aliento. Devorarse el llanto y la digestión hasta que sólo quede algo de verdad.
Hasta ver, erguida y orgullosa la mentira al desnudo. La mentira mas hermosa y transparente.
Entonces, sí empezar de cero, otra vez en el medio del espacio si es que hay un medio, si es que el infinito tiene un medio apreciable y distinguible.
Empezar de cero en un punto cualquiera, sin delirios ni desastres ni mano con dientes de tortuga gigante...

miércoles, 7 de octubre de 2009

LA SERIE


Con música de violines de fondo...


Porque ando así, tropezando con el pincel en la mano, es que después no me puedo quejar de cómo salen las cosas. No siempre resulta interesante detenerse a mirar. Hoy decido no detenerme, aunque el resultado sea así de caótico. No puedo verme. No tengo ganas.
Así estoy.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Todo es encanto y seducción.
Tal vez sólo se trate de enamorar a la muerte para que no nos quite lo que hemos conquistado.
Mina
23/09/09

martes, 22 de septiembre de 2009

POEMA ENTRELÍNEAS

Como cumpliendo condena, me siento a escribir o me dispongo a pintar.
Me siento convocada constantemente ante el llamado de la producción.
Intento buscar en el recóndito espacio al que ni las palabras ni los colores llegan, esa es mi lucha con la propia obra.
Será que en el fondo le temo a la locura y dudo si lo que veo lo estoy viendo, y dudo si lo que escucho lo escucho, porque entonces...
Será que además le temo a la muerte y me apremia la necesidad de producción.
Será que tengo una suerte de sobre-estímulos visuales, afectivos... tantos que necesitaría otro cuerpo, u otra existencia, quien sabe si será.
Será que le temo al género humano.
Será por eso que me acuno en lo que humildemente escribo y despiadadamente pinto...
La elegancia de esta danza narcisista de mi yo con lo que necesito expresar es como el coqueteo de aquello que me aturde con mi incapacidad de desahogar el aturdimiento.
O como dijo Walt Whitman: Si no son el enigma y la solución del enigma... no son nada. Ese es mi mayor desdén... todo lo que escribo o pinto es nada.
O al menos, nada me conforma o sacia, o alivia.



Hay cigarrillos en el cenicero
y hay algo de humo
Hay ropa de cama revuelta
y medias en el piso,
Hay un par de cuadros en la pared
mi hábitat
Hay libros con marcas entre sus hojas
las imágenes.
En los chillidos intelectuales
Soy desnuda
Hay platos sucios en la cocina
lo que he comido.
Hay angustias arcaicas
Y me desgarro
Hay medicación pendiente
por mis dolores
Hay llamadas perdidas por ahí
la gente me busca
Sé de las guerras
aún cuando yo no era
Sé de los escándalos de la represión
y no me puedo esconder
Sé de los escándalos de la iglesia
del eros.
Sé además otras tantas...
La desilusión y la decepción
Sé de metáforas pictóricas
de mi misma.
Sé de otros nacimientos
Y me encuentro también
Creo saber de otros aires
en las cumbres
Creo saber de otra vegetación y
de mi sangre.
Creo saber que afuera cae agua
Indiferente
sobre los árboles, sobre los autos,
apenas contemplo
las casas, la gente y los bichos,
todo eso que me apena.
Del resto...
nada sé.
Mina
22/09/09

domingo, 20 de septiembre de 2009

Como sentarse a escuchar a Laurie Anderson una noche, encenderse un cigarrillo y mirar la lluvia por la ventana...

Siempre me ha interesado lo que esconde la mirada, lo que hay detrás y no se dice. Lo que las palabras aún no han conseguido hacer, o por lo menos las mías, que no soy ni parezco, ni padezco Pizarnik ni Storni.
Ese espacio temporal o físico al que mis palabras no arriban, y entonces me encuentro bastante sola.
Así y todo, ese lugar me interesa. Tal vez no sea más que mera curiosidad. Tal vez no sea más que rebeldía adolescente el pretender instalarse ahí, donde muchos salen corriendo.
Ahí estoy yo. Entera y ávida por saberlo. Por descubrirlo. Como si por trofeo consiguiera cierto podio heroico. Colonizando lo virgen. Haciéndolo propio.
Busco la mirada de quien está cocinando, de quien maneja su auto, de quien concentradamente estudia, de quien se ríe, de quien conversa con otros y de quien busca otras miradas igual que yo las busco.
Intento descubrir las palabras que aún no se han dicho, las que vendrían después de esa risa, o las que hubiesen venido antes.
Me mantiene expectante, casi feliz, la idea de la revelación en puerta.
Nunca estuve mas fuera de mí que en este último tiempo, dedicada a buscar lo que muchas veces no encuentro (por supuesto, en ocasiones doy con lo que mi prejuicio aporta y no con lo que realmente es...aunque... qué es lo que realmente es?).
Ayer estuve en una reunión bastante multitudinaria para mí, y como en medio de un banquete, todo se me ha ofrecido. Junto, mezclado pero organizado y abundante. Miradas, charlas, risas, manos que se extienden, abrazos. Y sacando partido de mi tendencia y placer, pude contemplar todo el cariño, el amor, la devoción y el apego con que mis amigas se tratan, se asisten y consideran. Regalándose lo mejor que tienen, ofreciéndose con disponibilidad aérea, tomándose unas a otras.
En lo concreto, tal vez no haya mucho que decir... compartimos la comida, el mate, la charla y la buena música... pero como dije, me regocijo en tamizar situaciones.

jueves, 17 de septiembre de 2009

ELLA

Los años me están poniendo más exhibicionista... es patético!! Pero real.
En verdad el motor de un blog, en mas de una oportunidad suele ser la exhibición... de habilidades, de pasiones, de rutinas, de miserias. En fin... éste no es la excepción.
Quiero decir que me encantaría tener la forma de conseguir que todos lo que se pasean por aquí... la conozcan.
La conozcan y sientan el orgullo que yo siento. Porque es así y porque es ella y no otra. Porque me causa orgullo todo lo blanco y negro que trae. Porque tiene voz de viento tímido y porque es maravillosa. Indescifrable. Asustadiza. Huidiza. Solitaria. Solidaria. Pasional. Incansable. Deseable. Graciosa. Desnuda. Ávida. Inteligente. Entera y humana, entre otras cosas.
Hoy no me sentí muy bien y me hizo reír.
Logra que en días como hoy, yo sienta que afuera hay sol.

Llueve... para qué está??

Huéspedes

Un par de veces me hubiera gustado sentarme en un cordón de vereda a charlar con ellos o lo que propusieran, no sé... aún soy una dama. Pero me hubiera gustado compartir algo mas que chasquidos de dedos o agua salada. Tal vez, un poco de antiguas lenguas en las nuestras, o tal vez mas nubes verdes, prósperas.
Hubiera sido lindo sentirlos en la palma de mi mano. Tibios. Incompletos y a la espera.
Siempre a la espera. Menos accesorios y mas comprometidos. Subordinados unos de otros. Dependientes como los números en una escala, o serie...
Pero no me quejo, he vivido con ellos. Los he conocido, no mucho, porque se sabe que con ellos nunca se sabe...
He conocido apenas algunos secretos, rutinas ordinarias, temporales, códigos de comunicación y formas de alimentación. Sus variados colores y estados de ánimo pertinentes. Casi todos sus juegos verbales.
Lo que no he logrado descifrar fue cierto arte.
Me pareció encontrarlos por momentos confundidos con su propia imagen, con el peso existencial a sus espaldas. Jugando con algo así como con una bola de fuego, ésa lógica extraña...
Nunca hablamos de esto.
No sé si se fueron o se esconden de mi, o se avergüenzan, o quieren jugar...
Creo que ya no los voy a volver a ver... yo no sabría que hacer con más información.

Más agua... pero mía.

Soltar


Llegó el momento. Voy llegando a la costa y para no perder tiempo, me voy quitando los zapatos mientras camino. Descalza, buena parte del recorrido, me despojo de toda tela que llevo incorporada. Dejo la ropa en el camino que abandono. A medida que me voy acercando comienzo a acelerar el paso hasta convertirlo casi en un trote ridículo. Finalmente llego, se mojan mis pies. Suelto amarras. Y me dejo ir, aguas adentro. Sola. El cielo y yo. Sola.

martes, 15 de septiembre de 2009

Y con ustedes...

mi primer cuadro a los doce años.

Levantar la mirada

Con la mirada hacia abajo... un agujero pequeño, pero el mundo, oscuro, abismal, profundo, confuso, peligroso.
Abajo mis pies.
Un poco más hacia delante la mirada... suelo, arena nueva.
Directamente frente a mi... comienza el mar. Agua. Más mar que nunca. Maravilloso. Ambiguo. No tan maravilloso. Infinito y sal. Más allá. Agua y más allá.
Línea final, lejana, inalcanzable.
Ajeno a todo ombligo... el horizonte.

lunes, 14 de septiembre de 2009

PENSAMIENTOS DESARROLLADOS SOBRE RIBETE AMARILLO MAS CERCA DE AYER QUE DE HOY...


Hoy, cuando todavía es muy temprano para cualquier cosa, cuando aún no había hablado con nadie, ni había dicho la frase "hasta mañana", en parte porque hoy era ese mañana y en parte porque aún no había tenido ocasión. Hoy temprano. Cuando hoy es la franja inquieta que tiene algo de ayer. Hoy cuando el día es aún esa fruta verde que cae mal si se la ingiere. Hoy y a pesar del sueño, una pregunta me irrumpía cada vez que podía...
Por qué esta vez sí?

Reconozco que hace unos cuntos años tenía por costumbre guardar flores en los libros. Dejé de hacerlo por dos motivos. En el mejor de los casos, el reencuentro con la flor me remitía a un momento, a un sol particular, a un lugar, a una sonrisa, a un costado de la cama, a una palabra.
Y en el peor de los casos, no me remitía a nada.
Comencé a considerar semejante hábito lo bastante decadente como para reincidir y lo bastante melancólico como para volver a resistir, en estos tiempos en que la melancolía ya no es un poema ni una vieja flor, sino más bien, cotidianeidades, dolencias concretas, achaques recurrentes y esas cosas.
De manera que dejé de hacerlo. Pero... por qué lo volví a hacer?
Tal vez tenga muy firme el deseo de que al abrir el libro que contiene esta flor, tan actual y presente, tan poco azul, en el momento que fuera, más vetusta y cenicienta... ella aún esté conmigo.

sábado, 5 de septiembre de 2009

... y además un pájaro azul

Contemplar tu horizonte. Sentarme en tus pupilas. Tomar la mano de tu alma. Zambullirme en las olas de tu mar. Cuestionarme la existencia en el calor de tu vientre. Asfixiarme con las ramas de tu cuerpo. Contar los pájaros que emergen de tu pecho. Contagiarme de tu suelo. Amolar tus virtudes. Percibir el arrebato de tus costas. Saciarme de tus frutos. Practicar la unicidad. Llegar al atisbo de la ubicuidad. Acariciar tus aristas y perforarme con tus vértices. Rodar en tus pendientes. Sobrevolar tu océano. Atiborrarme de tu azul.
Escalar tu espalda hasta la cima y ver el mundo que late como si vos no estuvieras acá, como si yo no estuviera acá.

jueves, 3 de septiembre de 2009

ESPERARÉ...


Se espera en la estación, asomado en la ventana, frente al televisor apagado, en la agonía.
Se espera un título, una llegada, un padre, el amor, el final de la historia.
Se espera una hora.
Se espera la comida, un amigo, la muerte.
Se espera el verano y las vacaciones.
Se espera un hijo.
Se espera una canción, la noche, el mate.
Se espera la cama.
Se espera que caliente el agua, que se entibie la comida, que se vaya la tos.
Se espera la buena noticia.
Se espera por otros, se espera por uno.
Se espera que mañana amanezcamos más o menos con la misma humanidad que hoy.
No es justo, además... tener que esperar el colectivo!

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Expiración

Una cosa se me presenta cada vez que estoy a punto de terminar un libro.

Es una sensación extraña, como la que se tiene después de haber presenciado algo irremediable.
Como la que se tiene después de haber dejado una declaración de amor en un contestador telefónico. Una sensación parecida a la de haber salido desabrigada en plena nevada.
Es decir... una tiene cierta idea acerca de las cosas, o de lo que debiera hacer, o no, pero hay cierta noción de "hacer". Algo hay que hacer.
Qué hacer, en ese espacio de conciencia, con esa historia de amor que parece una enredadera en el cerebro. Que hacer con ese patriotismo que nos hace pensar en lo miserables y cobardes que somos. Que hacer con todas esas metáforas que no alcanzamos a tocar. Los pasillos que no recorrimos y ni siquiera supimos que estaban, con la pasión, con la locura, con la traición... en fin, qué se hace con todo eso?. Además, que hacer con ese libro, con esas 213 páginas, con las tapas tan seductoras y rígidas. Con ese olor...
Y bueno, algo hay que hacer de manera que opto por precisar un lugar especial en la biblioteca, no es digno para el libro que ya ha sido leído compartir jurisdicción con aquellos que aún ni siquiera han sido abiertos. No pueden compartir alojamiento con determinadas pseudoenciclopedias, ni manuales ni diccionarios.
De ninguna manera pueden compartir espacio con aquellos que fueron leídos así, de paso, para matar el tiempo, con la cabeza en cualquier parte, con algún dolor en el centro del estómago.
Es por todo ésto que me invade una especie de responsabilidad cuando el libro que leo me espera desde la otra orilla...
Un nuevo vacío me desea.

martes, 1 de septiembre de 2009

El equilibrio imperfecto


Una pincelada hacia Tánatos, otra hacia Eros.
Algo que se sostiene en el espacio por alguna intencionada fuerza.
Algo que consigue el equilibrio en la asimetría.
Algo que no se explica, pero se adquiere.
Algo que está ausente en su presencia y presente en su ausencia.
Algo que está cuando menos lo parece.
Algo que no está cuando vemos su color.
Algo que se aleja cuando nos inclinamos hacia eso.
Algo que se vuelca hacia la izquierda en búsqueda de la derecha.
Me convence todo el tiempo de su existencia a medida que se distancia.

Lo difuso, lo profuso, la herida, algún deseo...

jueves, 27 de agosto de 2009

NECESITO TOMAR AGUA Y DESCANSAR!!


No sé cómo decir. Problema número 1.
Ese problema es producto de mi incapacidad para percibir, o apercibirme o registrar esos momentos del día en que paso de un estado al otro. A veces el cambio es demasiado pequeño como para percibirlo, pero... lo percibo. Y por qué lo percibo?
El problema número 1 tal vez es la pregunta. Cualquiera sea, pero esa pregunta primera. Que me hecha a rodar el bolo a medio masticar que está dentro de este redondel inaccesible, o más bien, poco accesible. Lo suficiente para escribir esto que escribo si es que la percepción no me engaña y estoy escribiendo y no es cierto que esto no es cierto, como tampoco lo es esta decadencia física ni las angustias espontáneas, ni la insuficiencia de imágenes luminosas y motivadoras. En fin, ojalá nada de eso sea cierto. Algo accesible es mi redondel.
La primera pregunta aparece como la inesperada llegada de la ausencia. Esa sensación de estar sentada frente a la nada y ella es toda mía (bueno, ella es toda mía). Pero no lo es como una gran masa de nada, sino como varias pequeñas nadas todas juntas, una al lado de la otra, una detrás de la otra y una encima de la otra. Creo que un poco me pierdo en ellas, forman un conjunto exquisito. La totalidad de la ausencia es maravillosa, lo ocupa todo, lo invade. No puedo diferenciar con claridad donde termina una y empieza la otra. No me sorprende, me pasa a menudo con otras cosas. Pero ahora intento hablar de la invasiva llegada de la primera pregunta.
Si pudiera rápidamente contar todas y cada una de las notas que se suceden a lo largo del tiempo (del mío, como la nada y como ella), esa perfección que es el tiempo, que junto con el espacio forman la maquinaria universal. El primer escalón que precede al segundo y éste al tercero y así quién sabe hasta dónde llegaría contándolos.
O las nubes una tras otra, incontables, deformes, es decir no hay una tras otra, hay una.. habrá alguna otra, tal vez, pero distinta, deforme, incompleta o acabada, depende de la mira.
O las olas, frenéticas incalculables también, sin diferenciarse entre sí, todas yendo y viniendo, acunadas por la bajamar y la pleamar...
O el viento que parece que acaba cuando decido arreglarme el flequillo, y en verdad sólo respira para volver a soplar...
O los sueños que se suceden sin saberlo, porque no saben de sucesión, ni de tiempo, ni de antes, ni de después, ni de ahora... están superpuestos, encimados (como las pequeñas naditas). Ellos no se suceden.
O la sangre que corre dentro de mis venas...
Si pudiera contar esas imágenes... o responder la pregunta número 1... o identificar el momento del día en que mi humor se transforma (a veces un mínimo desorden entre las cosas, a veces una melodía agradable, una bebida refrescante, un cigarrillo a tiempo un dibujo arrugado, un óleo seco, esas cositas). Si pudiera contar, si pudiera responder.
Me aturde pensar que ese momento va a llegar, el del fin, el del último viento, la última nube, el último sueño, la última nota, ola, escalón, partícula de sangre, el de la última pregunta número... místico (qué terrible).
No me quiero enterar de esa última nube.
Siempre tuve la fantasía de creer que si me anticipo a ciertas situaciones, tengo todo a la vista. Lo peor y lo mejor que podría pasar, de manera que si algo (bueno o malo) pasara, estaría bien. Dije fantasía.
Será cuestión de anticiparse también y tener hoy la última cena?
Será cuestión de estar advertida y no dejar pasar las nubes, subir escalones, dejar que el pelo se desarregle al viento?
Será cuestión de escuchar notas en todas partes, recordar el último sueño, zambullirse en todas las olas?
Y dada mi proverbial anemia... conservar la sangre?
Será cuestión de cerrar las puertas del pensamiento y no llevar el número de preguntas (ni de problemas)?
Después de todo la primera y la última... creo que ya son las mismas.
Estoy colmada de nada.
Estoy aturdida de preguntas y mareada en la tormenta de mis ideas.
Podría haber prescindido de tanto relato indescifrable y decir sólo eso... pero habría sido un tanto irreverente.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Aquelarre


Una palabra hoy está de fiesta en mi cabeza. Es la anfitriona.
Salta de alegría en su pequeña cama, pero no está sola. Tiene amor a la derecha y respeto a la izquierda. Primero estira su mano hacia una de ellas, luego hacia la otra y después une a la primera con la segunda.
Festejan cuando hay sol, comiendo, bailando, subiéndose una encima de la otra. Peinándose. Perfumándose.
Cuando empieza a oscurecer, se abrigan entre sí, y comienzan a llegar palabras nuevas, y le hacen espacio para que se sientan bienvenidas y cómodas. Las alimentan, las abrigan, las cuidan y aman. Se sabe que cuando llegan las inesperadas, nadie comete desacatos, alcanza con la indiferencia. Sus egos no se lo permiten, de manera que ante la apatía de sus pares, deciden abandonar el lugar, siempre muy escoltadas.
Cerca de la madrugada, algunas palabras prefieren retirarse, quien sabe si por cansancio, agotamiento, envejecimiento o debilidad. Y otras deciden instalarse de manera insolente y sorpresiva. Nadie dice nada, las palabras no suelen ser muy verborrágicas. Entre ellas se entienden, se dejan ir sin preocupación y aceptan las que llegan sin mayores inquietudes (más que la clásica sorpresa de aquella que viene de lejos y ya todos daban por perdida, entonces le alcanzan algo de comida recalentada, una frazadita, le cuentan chismes viejos, es decir la incluyen).
Algún día, el festejo estará en manos de otras palabras y compromiso será la invitada. O no. Depende el carácter de la fiesta, eso es muy íntimo.

jueves, 13 de agosto de 2009

Angustia

Quién sabe si es por esta tristeza actual, la cotidiana, la antigua, mi dramatismo, este relámpago rojo, Liliana Felipe, mis manos que hoy tiemblan... quién sabe si no es todo esto junto. Siento el cuerpo pesado, como cargado de algo nuevo de lo que no me puedo despojar. Siento mi inutilidad en el mal pulso de hoy, vengo a sentarme delante de la máquina por no poder ni siquiera pintar, los colores no me responden, ni el pincel, ni yo misma me respondo. Entonces, quedo con la mirada perdida en el monitor y tampoco logro decir lo que siento. Podría escribir un par de palabras referentes, ardor en el estómago, ganas de vomitar, dolor de ovarios...
Escucho una y otra vez la maldita circunstancia.
Quisiera estar frente al mar y mirar sus aguas pretendiendo desahogar lo que tengo de las pupilas hacia dentro, dejando en ellas tanto dolor a ver si finalmente salgo un poco de mi. Quisiera aturdirme de mar a ver si dejo de escucharme. Apenas quisiera para ver...
Siento esta habitación mi cuerpo, y esto que parece mi cuerpo un electrón que anda chocando de acá para allá entre sus paredes sin entender que está pasando.
Pero hay algo que aún me queda.
No quiero que nada se vuelva piedra dentro de mi, me quedan las palabras, me queda la pintura, me queda tanto amor que recibir y que dar. Me queda la esperanza de una paz futura.

Sólo quiero ver el mar irrespetuosamente vital frente a mis ojos.

domingo, 9 de agosto de 2009

Detrás de lo que parece...


De niña soñé un par de veces que volaba. Recuerdo la sensación de insatisfacción que sentía al no poder hacerlo más alto, más lejos, más rápido. Tanto, que terminaba por despertarme.
Y pintar... esa misma sensación de incompletud.
Creer que voy a pintar y después, apenas un vuelo gallináceo y al suelo.
Nunca es más alto ni más lejos. Y nunca es el cuadro.
Esta vez, me animé a desafiarlo... lo rompí, literalmente lo rompí para esperar más de él y dejar que su azul me chorree.
En verdad... creo que sólo le quite algo de cáscara.
O es que sólo busco despertarme?

viernes, 7 de agosto de 2009

Ese instante revelador

Hoy es un día extraño, como de regreso.
Siento que me volvieron ganas de escribir casi en respuesta a un post de un blog amigo.
Me quedé pensando en el tiempo y las prioridades. Pensaba cuántas veces perdemos tiempo pensando en prioridades y no nos dejamos abrumar por una hoja roja que cae en otoño, o por el suelo alfombrado por los Jacarandaes...
Tengo que decir que yo no pienso demasiado en el tiempo. Llámese inmadurez, infantilismo o simplemente miedo a la muerte.
Hoy quiero decir que me han pasado cosas que me tiran a la vida encima, como si algo desde afuera me la devolviera. Será energía. Será Dios. Será destino. Seré yo... no lo sé y no sé si hay que saberlo.
Hoy quiero decir que el tiempo para mi es una cuestión mágica, casi mística.
Tengo cierta inclinación a quedarme "dormida" o "ida" o "colgada" o "perdida" en mi cabeza, y cuento con alguien que me ama y me vigila estos ensueños, aunque cada vez me siento más preparada para vigilármelos yo y esto también es gracias a su ayuda.
Cuento todo esto, así, de manera desprolija que es como me sale en este momento, porque hablando del tiempo, hablo de la vida, y me teclean los dedos casi sin filtro.
Entonces, digo lo que siento, lo que sentí en ese instante en que parece que el tiempo se detiene.
Y la vida es arrojada en forma de rayo helado que atraviesa el cuerpo, y una cree tener la certeza de que nada va a ser como antes, que la vida se nos vira para siempre. Que ya no podré mas que estar presente con la mirada perdida. Que ya los colores de mis cuadros no serán los mismos.
Entonces, hay preocupaciones que ya no preocupan tanto. Hay dolores amortiguados. No hay más remedio que la aceptación. Que ya no queda otra que apoyar la mirada y controlar que no se me pierda. No dejar que me gane el ausentismo.
Y me vengo a enterar que sí puedo ponerle el pecho. Que no me muero en el intento. Que me cuesta poner en marcha, pero lo hago. Que soy lenta para hacerlo, pero lo hago.
Y todo esto es gracias al amor que siento. Por mí, por ella y por los demás.

lunes, 3 de agosto de 2009

Malanoticia



Una fuente en el núcleo de tus ojos

estalló de repente cuando
exactamente por el centro, la soga se templaba.
No hay un lugar en el tiempo
en que esa gota de sangre
no tema reventar en tus pies.
El lento recorrido de tu mirada
hacia el cielo y no más
marca un nuevo orden en el cronos.
Como el último cuadro de la obra que ensayas
inclinas tu cabeza hacia el ala de mi alma
y con desdén cierras los ojos.



viernes, 31 de julio de 2009

Gusarapos en la cabeza

Había una vez un pueblo, de no se cuantas criaturas, tal vez pocas, muy pocas, y había además el beneficio del agua, la sed, y la sal. Yo estaba en él. Algo así como decir pesados los pies describe parte del lugar y de mi. Además, dos puntos rojos como bolas rojas sobre los párpados. Recuerdo cierta sensación, si es que apenas era eso, la sensación o ni siquiera llegaba a ser una, pero recuerdo... Un punto azul en el centro del pecho, como una luz enceguecedora o cartel de neón, o cosa aparecida. Un tanto doliente el azul, es cierto ahora que puedo recordarlo mejor, un poco angustiante. Pero hay algo de esta luz que me cuesta describir, cierta extraña alegría. Al cerrar los ojos, ese azul quedaba impreso en la memoria de mis pupilas como pinceladas de Disch. Quiero decir, frías, heladas, petrificadas (si es que se me permite usar el término en estas instancias), y a partir de determinado momento, creo que era yo quien las entibiaba.
Sin embargo al abrir los ojos, no sé si era el azul que aún los tenía como vista principal, o la angustia, la necesidad, el hambre, el deseo, o quien sabe... el paisaje se me deformaba. Supongo que de a poco iba entrando en la realidad.
Los árboles parecían vestidos de una seda roja o naranja, con la cabeza casi llegando al cielo (porque tenían cabezas), los lagos no reflejaban mi imagen mas que en forma de burbujas como si el agua hirviera, y los bichos... Los bichos. Siempre han sido mis cómplices, interlocutores y acompañantes dialécticos exquisitos, prontos a encandilarme con sus azules como para no olvidarme... Un poco parecidos a mi de la cintura para arriba y distintos de la cintura para abajo.
Duraba unos instantes esta suerte de alucinación. Los que yo quisiera, claro porque era cuestión de sacudir un poco la cabeza y afuera azul, entonces el paisaje volvía a su lugar. Pero al día de hoy me pregunto cuanto de placer encontraba yo en aquella imagen deformada. Aprendí a vivir cada día de mi vida con esa pregunta. Tanto tanto me la pregunté que a esa inicial, le fui agregando otras, como ¿es realmente deforme esa imagen? y si no lo es... ¿por que a mi se me ocurre pensar que sí?, seguramente tomaría como modelo original aquella que alguna vez vi, la primera, la inicial, la limpia. O tal vez aquella haya sido la deforme. O tal vez cada uno tiene una imagen diferente. Todas deformes. O todas reales, y ¿por que lo deforme no es real? Sí, lo es. Esto lo es.
Lo que fuese, saltar de instante en instante ha sido siempre una gran diversión.
Hay algo de maravilloso en la no fantasía.
Es dar con mi no ser fantástico. Es dar con ese de luz azul en el pecho, pies cansados y bolas rojas en los ojos. Es pensar que el salto al instante siguiente es una caída libre al vacío. Esa sensación es maravillosa. Descubrir en cada bicho una parte de mi inquietante existencia, es decir, bostezaba y bostezaban. Me reía y ellos también. Hacíamos rondas tribales. Fumábamos, comíamos y bebíamos lo que la naturaleza nos ofreciera. Hacíamos música con todo el cuerpo. Nos bañábamos unos a otros. Dormíamos encimados y contagiados. Mirábamos tanto a las hojas que se cambiaban de color. Seguíamos hormigas cabezonas hasta su hogar. Armábamos fuertes para otros bichos temerosos. Nos acariciábamos con manos o extensiones pegajosas, húmedas. Me enceguecían los azules de otros pechos. Nos amábamos.

Y dormir. Eso sí... porque cuando sueño... entonces, un trabajo digno, un amor, una familia y amigas como faros.