jueves, 27 de agosto de 2009

NECESITO TOMAR AGUA Y DESCANSAR!!


No sé cómo decir. Problema número 1.
Ese problema es producto de mi incapacidad para percibir, o apercibirme o registrar esos momentos del día en que paso de un estado al otro. A veces el cambio es demasiado pequeño como para percibirlo, pero... lo percibo. Y por qué lo percibo?
El problema número 1 tal vez es la pregunta. Cualquiera sea, pero esa pregunta primera. Que me hecha a rodar el bolo a medio masticar que está dentro de este redondel inaccesible, o más bien, poco accesible. Lo suficiente para escribir esto que escribo si es que la percepción no me engaña y estoy escribiendo y no es cierto que esto no es cierto, como tampoco lo es esta decadencia física ni las angustias espontáneas, ni la insuficiencia de imágenes luminosas y motivadoras. En fin, ojalá nada de eso sea cierto. Algo accesible es mi redondel.
La primera pregunta aparece como la inesperada llegada de la ausencia. Esa sensación de estar sentada frente a la nada y ella es toda mía (bueno, ella es toda mía). Pero no lo es como una gran masa de nada, sino como varias pequeñas nadas todas juntas, una al lado de la otra, una detrás de la otra y una encima de la otra. Creo que un poco me pierdo en ellas, forman un conjunto exquisito. La totalidad de la ausencia es maravillosa, lo ocupa todo, lo invade. No puedo diferenciar con claridad donde termina una y empieza la otra. No me sorprende, me pasa a menudo con otras cosas. Pero ahora intento hablar de la invasiva llegada de la primera pregunta.
Si pudiera rápidamente contar todas y cada una de las notas que se suceden a lo largo del tiempo (del mío, como la nada y como ella), esa perfección que es el tiempo, que junto con el espacio forman la maquinaria universal. El primer escalón que precede al segundo y éste al tercero y así quién sabe hasta dónde llegaría contándolos.
O las nubes una tras otra, incontables, deformes, es decir no hay una tras otra, hay una.. habrá alguna otra, tal vez, pero distinta, deforme, incompleta o acabada, depende de la mira.
O las olas, frenéticas incalculables también, sin diferenciarse entre sí, todas yendo y viniendo, acunadas por la bajamar y la pleamar...
O el viento que parece que acaba cuando decido arreglarme el flequillo, y en verdad sólo respira para volver a soplar...
O los sueños que se suceden sin saberlo, porque no saben de sucesión, ni de tiempo, ni de antes, ni de después, ni de ahora... están superpuestos, encimados (como las pequeñas naditas). Ellos no se suceden.
O la sangre que corre dentro de mis venas...
Si pudiera contar esas imágenes... o responder la pregunta número 1... o identificar el momento del día en que mi humor se transforma (a veces un mínimo desorden entre las cosas, a veces una melodía agradable, una bebida refrescante, un cigarrillo a tiempo un dibujo arrugado, un óleo seco, esas cositas). Si pudiera contar, si pudiera responder.
Me aturde pensar que ese momento va a llegar, el del fin, el del último viento, la última nube, el último sueño, la última nota, ola, escalón, partícula de sangre, el de la última pregunta número... místico (qué terrible).
No me quiero enterar de esa última nube.
Siempre tuve la fantasía de creer que si me anticipo a ciertas situaciones, tengo todo a la vista. Lo peor y lo mejor que podría pasar, de manera que si algo (bueno o malo) pasara, estaría bien. Dije fantasía.
Será cuestión de anticiparse también y tener hoy la última cena?
Será cuestión de estar advertida y no dejar pasar las nubes, subir escalones, dejar que el pelo se desarregle al viento?
Será cuestión de escuchar notas en todas partes, recordar el último sueño, zambullirse en todas las olas?
Y dada mi proverbial anemia... conservar la sangre?
Será cuestión de cerrar las puertas del pensamiento y no llevar el número de preguntas (ni de problemas)?
Después de todo la primera y la última... creo que ya son las mismas.
Estoy colmada de nada.
Estoy aturdida de preguntas y mareada en la tormenta de mis ideas.
Podría haber prescindido de tanto relato indescifrable y decir sólo eso... pero habría sido un tanto irreverente.

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