miércoles, 30 de diciembre de 2009

Un libro a mano y un cuadro que terminar...

No me abastecen mis dogmas, ya no justifican mis actos los signos que había hecho propio. Hice silencio de tribu para conseguir volver a mis aguas sin gran mérito. No hay lugar al olvido. No hay forma de escapar de lo que ya sé, de lo aprendido, de lo viejo. Ya nada de eso sirve. Y no hay forma ni sentido. ¿Por dónde buscar si la búsqueda es antigua? Si ese concepto ya no es el de mi búsqueda, sino el de la vieja búsqueda que ya no es mía. Me confundo en la danza circular de mis tiempos, de los tiempos del mundo.
Mis palabras son como las notas de un piano, sueltas en medio del silencio. No pasa nada. No queda nada. Sólo aire. Y algún libro en el suelo. Nunca sé de qué me sostengo, o cómo sobrevivo con una mano apretando la garganta y la otra forcejeando para que me suelte. O algún cuadro incompleto. Hay un punto muerto de dos fuerzas que se oponen. Está la nada ahí, su absurda presencia. Está en el silencio de la sumisión, en la oscuridad del mutismo.
Tan absurda como esta planta sin raíces que soy.
Esta planta que descansa ignorante y despreocupada.
Y espera que el sol seque hasta la muerte sus últimos verdores.

4 comentarios:

  1. Que triste. ¿Qué o quién te causa tal dolor?

    ResponderEliminar
  2. ese cuadro que aún no terminas seré de esa persona con la cual aún no coincides...

    ResponderEliminar
  3. no los termino sencillamente por no abandonarlos tempranamente...

    ResponderEliminar
  4. aunque un amigo dice que los cuadros no se terminan, se abandonan...

    ResponderEliminar