sábado, 21 de noviembre de 2009

BOTELLAS AL MAR XI

Te escribo querido amigo y confidente sabiendo que ya no recibirás esta carta.
Cuando se me ocurrió arrojar una botella al mar con el primer mensaje, imaginé que sería un adulto quién la encontraría, necesitaba comunicarme con alguien. Unas palabras apenas, sentir la ficticia compañía.
Te encontré a vos y fue como encontrarme, me hablaste de cosas que había olvidado.
Había olvidado que algunas casas tenían olor. Los juegos. Los amigos. Bueno, todo lo que ya te dije... cosas que yo también tuve.
Me motivaste.
Me recordaste a mí mismo.
Te me sentaste delante como mi pasado.
Yo no siento que algo haya cambiado, sin embargo creo que un velo se corrió. Que puedo ver y sentir cosas que dormían en mi.
Y ahora que están despiertas, no quiero que se adormezcan nuevamente, de manera que no voy a pensar que ya no estás más ahí, y seguiré escribiéndote hasta el olvido.
Ah!! Admiro tu inteligencia para jugar a las damas.
P.D.: gané... ya lo creo.

2 comentarios:

  1. No se si me entristece o me da esperanzas...por ahi haya lugares en mí que todavia esten vivos, intactos o que puedan resucitar.
    Gracias por ponerme siempre los ojitos vidriosos!

    ResponderEliminar
  2. Es que hay algo que en determinado momento no interesa para nada... solo queda frente a nosotros la excusa que nos inventamos para darnos más ganas de vivir, y de ahí en más no importa si es un motivo propio, ajeno, real o no... sólo importa que por un rato nos haya dado aire.

    ResponderEliminar