jueves, 15 de julio de 2010

BANDERA DE SEIS COLORES


Ayer cerca de las 6 de la tarde me tomé el 23 hasta el Congreso. En el trayecto del viaje quedé encantada con la luna, meda luna, luna turca. Una media luna fina blanca con una estrella en un extremo. Se veían también las ramas flacas y marrones de los árboles sobre esa imagen permanente, que me acompañó ahí arriba en el costado izquierdo del cielo. Hermosa.
Me perdí en el paisaje celestial porque confieso que estaba nerviosa, indignada por lo que había pasado al mediodía con ciertos grupos religiosos. Avergonzada de tanta ignorancia. Y por supuesto bastante pesimista respecto a la aprobación de la ley de matrimonio igualitario.
Al llegar me encontré con amigas, con mi amor, tomamos algo y esperamos con ansiedad la llegada de quienes faltaban.
Después nos fuimos al encuentro de chicos, chicas, señores, señoras, parejas hétero y homosexuales, abuelos y abuelas. Banderas de 6 colores. Carteles de amor y de reclamo.
A la espera del resultado, fuimos a tomar café, café con leche, cenamos pizza, charlamos, nos reímos.
Se acercaba el final, estábamos con muchas esperanzas que crecían a medida que pasaba el tiempo, que nos encontrábamos con hombres y mujeres esperanzados, me aliviaba pensar que estábamos de festejo más allá del resultado, pensar que toda la sociedad nos estaba mirando por primera vez. Pensar que se nos estaba tratando como se tratan cuestiones de la mayoría.
Por sobre todo, me aliviaba pensar que los que estaban en contra no tenían argumentos interesantes, sólidos. No quedaba nada si se sacaba de escena las arenas religiosas, y en relación a las arenas religiosas, sólo había conceptos fundamentalistas. Es decir, nada.
Nada en esta época de nuestra sociedad, con este gobierno, con la gente que la estaba apoyando, sin este marco, esa nada hubiese sido muy peligrosa. Pero no.
Durante 9 horas intenté no pensar demasiado en la posibilidad de tener los mismos derechos que los héterosexuales, no pensar en lo bueno y saludable que sería para todos los que estábamos ahí, muchos ya en pareja, muchos ya habrían adoptado, amigas unidas civilmente, parejas sólidas con ganas de formar una familia. Intenté no pensar mucho en eso porque además de emocionarme y entristecerme por las diferencias naturalizadas, temía ilusionarme de más.
Anoche hubo amor en el aire. Hombres y mujeres abrazados porque el frío no fue un dato menor.
Estábamos todos juntos con la misma esperanza y la misma intención. Reclamar derechos, ni de más ni de menos. Esperar que se nos vea como seres humanos sanos, de trabajo, con compromiso, con amor para dar, con capacidad de cuidar niños, inteligentes, respetuosos.
A las 4 de la mañana, momento en que se dio el resultado, nos encontrábamos abrazadas.
33 a favor, 27 en contra y 3 abstenciones.
Saltamos y lloramos angustias viejas.
Lloré mis silencios.
Lloré tiempos de escondidas.
Lloré por los insultos.
Y recordé un grupo naranja que nos rezaba al mediodía como escupidas. Rezaban rezos de sanación. Rezaban palabras de odio.
Y nosotros teníamos todo lo contrario como motivo de lucha.
Porque en personas sanas el motivo de inspiración para las cosas es el amor.
Pinto por amor.
Escribo por amor.
Elijo por amor.
En el fondo de las cosas aparece el amor... no podría tener las amigas que tengo si así no fuera.
Aunque me haya llevado tiempo encontrarlas, porque esas cosas importantes, como el amor, también se hacen esperar.
Y ahí estoy... invadida de amor.

1 comentario:

  1. Te lloré amigota...
    Te salió precioso!fué maravilloso estar todas juntas en esa interminable noche
    Te quiero
    Beso

    Pdta: que no se te haga hábito esto de que te postee y te quiera en coments, ojito eh?

    ResponderEliminar