jueves, 28 de mayo de 2009

Una noche de ravioles en la casa de una amiga y cuestiones de peso...


Hoy fue un día cargado, en lo que refiere a actividades. Esperaba el colectivo y pensaba que deseaba urgente llegar a mi casa, descalzarme, prender un sahumerio, tomar mate, estirarme un poco... abrir el esternón lo que mas se pueda sin romperlo. (Imaginé también el cuadro de Frida "Columna rota", me sentí seducida en pensarme postrada, después de todo muchas veces me siento así, aún caminando y con la columna intacta). Empiezo a escuchar mi voz que me cuestiona tanto goce.
Esa voz me hace pensar en antepasados, y no se bien por qué...
Entonces, doy con mi "rumia mental" (como me dijo una amiga una noche de ravioles... de verdura), y pienso... hay algo entre el placer de escucharme y el hastío que me causa.
Y sí, será la necesidad de no sentirme tan liviana, de acrisolar la existencia. Aunque cuantas cosas me quisiera sacar de encima para hacerlo, digo, para sentirme liviana por fin, después de todo. Alguna vez.
Hoy.
Por qué no.
Por lo pronto quisiera poder acarrearme con liviandad.
Eso, acarrearme con liviandad...


Acarrearme con liviandad

kundera habla sobre la existencia, sobre el desfile por esta pasarela. Y me deja pensando (quiero contar además que en lugar de escribir "pensando" escribí "penando", pero las generosidades a favor o en contra, de la tecnología, permiten corrección) cada vez que lo releo, que lo recuerdo, o que actualizo su lectura.
Me refiero a la primera parte de su libro "La insoportable levedad del ser", en donde expresa claramente su convicción de que el hombre lo vive todo a la primera y sin preparación... es decir, no hay una vida a manera de ensayo y otra en donde se lleva a cabo lo aprendido y en la cual uno sabe que quiere y que le conviene o desea elegir. De manera que cuestiona el valor que puede tener la vida si el primer ensayo para vivir es ya la vida misma.
También me lo cuestiono.
Me estoy equivocando, me lo cuestionaba.
En comunicación con el dolor de las personas que me rodean, me doy por enterada de algunas cuestiones. Sobre todo, de las que tienen que ver con la posibilidad de aprender del error. Las que me dicen que el ensayo es largo y uno perfecciona el rol que toma.
Aunque el costo sea alto.
Aunque duela y parezca que de esta no se sale.
Aunque haya que soltar amarras.
Algo hay que aprender.
Algo debe empezar a pesar.
Algo hay que resignificar.
Algo debe doler.
Algo debe sangrar.
Y hoy yo sangro.

1 comentario:

  1. cuanta verdad, y como siempre suena redundante cuanta cosa comun. Vale

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