lunes, 19 de abril de 2010

EL CUERPO, ESA JAULA


Al levantarme el techo estaba semi abierto y sólo pude ver algo de cielo, el que vi, es el cielo que a veces no me gusta, otras veces sí porque anticipo lluvia e imagino la noche con la lluvia. Pero cuando la noche está tan lejos... no me gusta ese cielo para ir a volar.
Como tampoco me gusta (a veces) este cuerpo que camina a contramano del espíritu, no me gusta el miedo que le tuve ni la vergüenza que me causó ni lo incompleta que me sentí. No me gusta la sensación del paso de los días con un cuerpo nuevo cada vez. No me gusta esta piel de camaleón que se cae o se vuelve escama de pez u otra cosa y la desconozco, pluma por ejemplo, no me gusta.
Porque se me ha enseñado que uno es de acuerdo al cuerpo que porta.
Hoy para mi es diferente, pienso que uno es en la huella que ha dejado al irse. Pienso que uno es el pensamiento que deja cuando se va de una reunión con amigos. El negativo de la reunión.
O tal vez un cuenco de barro vacío y profundo con cierto perfume a espíritu, sin importar en ese caso que la piel del cuerpo haya sido de escamas, piel de camaleón, o tuviera plumas.
Pienso que debo ser más yo cuando ya no esté acá y el techo se abra definitivamente y alguna estela de mi o algún perfume, vea el cielo en su amplitud y como más le guste.
Voy a ser más yo si algunos de los que me leen logran un cierto tipo de silencio mental y sienten salir de sí a ellos mismos, como si un pájaro azul se les escapara del pecho.

3 comentarios:

  1. ...y tanto que fuiste... fuiste una gota de mar.

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  2. Mmm... me da una sensación extraña ser apenas una gota de mar, en tanto afán de ser.

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  3. La jaula se ha vuelto pájaro, dijo la Pizarnik.

    Saludos

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