jueves, 21 de mayo de 2009

ILUSION


Rápidamente y con displicencia, él le preguntó si la que sonreía en la foto de su mesa de luz,
era ella.
Ella no contestó.
Se dio vuelta hacia la ventana, e intentó dormir.
No pudo.
Cerró los ojos y recordó la primera vez que él le dijo que la amaba.
Ella lo creyó. Y él creyó que ella lo creía, o eso quiso creer.
Responsabilidad amatoria de la que no hay que escapar, a saber... de creer.
Ella creyó que él era el hombre de su vida, y que él también lo creía.
El la creyó la mujer de su vida, y que ella también lo creía.
El creía que satisfacía todas sus necesidades.
Ella creía que no pedía tanto.
El llegó a convencerse de que ella era hermosa.
Ella también se convenció de la hermosura de su hombre.
Ambos creyeron estar convencidos.

Por no poder dormir, abrieron los ojos.
Se asustaron, miraron el piso y no entendían que estaba pasando: por primera vez, las patas de la cama se apoyaron en el suelo.
El resto que quedaba de noche, tratarían de imaginar como seguirían sus vidas cuando amaneciera.

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