jueves, 11 de junio de 2009

Los árboles de la vereda

El método de resolución de un sistema de ecuaciones lineales, es decir, con dos incógnitas, consiste en despejar una de ellas en una de las ecuaciones, y sustituir su expresión en la otra, obteniendo de este modo una ecuación con una incógnita que se resuelve.

Faltaban dos horas y cuarto para que sonara el despertador que ella no dejó. Por estar soñando, despertó exaltada, y su aflicción le hablaba de motivos importantes que sonaban en su pecho al estilo "Así habló Zaratustra".
Se sentó en la cama y miró hacia donde se esperaba ella misma. No existe terrífico comparable al espanto de desconocer la imagen del espejo (y no ésa imagen psicológica que muchas veces desconocemos, que a mi también me pasa). Desapareció del territorio especular y volvió instantánemente. Descubrió aturdida que los movimientos de la imagen ajena respondían a los propios. Como si fuese ella. Hizo toda clase de gestos y ademanes, coqueteándo con el ridículo...
Entonces, lo inevitable: era ella. Pero no ella.
Quiso tocar el espejo.
Sonó el despertador.
Amaneció cansada como todos los días, pero con sospechas que le hacían sonreír, no le dio demasiado crédito a sus suposiciones, y se levantó.
Cumplió con los ejercicios que inician el día, y comenzó el trayecto que la conduciría a su trabajo.
Como de costumbre, con carácter áspero y acre, contó los árboles de la vereda.
Siempre 45.
Una vez descubierto el secreto matemático empezaba a aburrirse. Entonces contaba al revés, de 45 a 1 (no se le había ocurrido contar otras cosas o descubrir brujas en las nubes o un conejo), y otras... de 5 en 5, otras... contaba 5 tramos de 9 árboles cada uno.
Pero esta vez, algo la detuvo.
Había visto su rostro en una vidriera. Más tarde su cuerpo entero. La imagen que le devolvía ese vidrio, no la reconocía, aunque recordó un sueño... efectívamente, no era la misma que se había dispuesto a dormir la noche anterior.
Comenzó entonces a transitar el camino de regreso. No iría a trabajar, de todos modos, estaría ausente. No era argumento suficiente asegurar que era ella quien había trabajado en ese escritorio durante doce años, mientras el cuerpo lo negaba irrespetuosamente.
Al llegar a su casa buscó fotos con desesperación, se vio en una, en dos... en casi todas... No con este cuerpo, pero sí después de todo. Era ella, en compañía de una mujer.
Empezó a tener un pensamiento ambicioso.
En ese momento sintió que ella la estaba salvando de la vulgarización de la raza.

Una vez resuelto el enigma, poco importa si ha sido gracias a la primera, a la segunda ecuación, o simplemente responde al rigor puesto en el conteo de los árboles de la vereda.
Después de todo, nuestro destino es sustituírnos contínuamente.

1 comentario:

  1. Tiempo, velocidad, espacio, movimiento, transformación, renacimiento: Ecuaciones, pócimas, brebajes, conjuros, recetas, caminos y ejercicios. Seres humanos yirando en espiral

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