domingo, 27 de junio de 2010

El punto muerto de las cosas no es la muerte de las cosas

Mi melancolía inmejorable...

Pero además.

La ausencia. Los agujeros en la pared. Las cortinas que se mueven solas y en silencio. Las selladas cajitas de música. El apuro del enfermo terminal. Todos y los que no están. Los amantes del círculo polar. La no creación. Las no ganas. El no... el sí. El negativo de la foto más hermosa. El destierro. El entierro. Las flores del entierro. El desamparo del cielo. El no cielo. Una línea fina en un cuadro en blanco. Un huérfano descalzo.

Es apenas casi nada el azul.


Pero además.

La alucinación. Los efectos de la fantasía. Los vectores a contraluz que deja la danza en el aire. Un océano bajando escaleras en París. Un ombligo lleno de manzanas.
Creerte conmigo.
Creerte gigante como las grandes olas de Alfonsina.
Creer que me hablás. O que me mirás ahora mientras te sacás la remera. Ahora, después de cortarme el pelo con desprolijidad. Ahora que estás conmigo y te doy mates lavados que termino tomando yo.
Ahora que de vez en cuando me parece que tu voz tiene sonido a Times New Roman 10 y de a poco ya no la recuerdo...

Es apenas casi nada el azul.

Me conviene salir un poco a respirar aire no viciado, no azul, y dormirme después y soñar que sueño que escribo y soñar que escribo que sueño cómo sueño que escribo.

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